jueves, 23 de abril de 2015

Me abandono en los brazos de Dios, y ninguna situación que viva es grande; y lo que no me vence no es porque yo sea vencedora, sino porque Jesús es el Vencedor de toda pequeñez y grandeza humanas. Lo que logre vencer no es por mi, sino por Él, pues antes de que yo hiciera una pequeña cosa, la más mínima, Él las hizo todas.

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