sábado, 16 de mayo de 2015

Yo Quiero Servirte (de Adabel Rosario Rosario)


En mi dormir y despertar; y en mi trabajo diario;
Dios, Yo Quiero Servirte
En mi caída y en mi levantar; y en mi situación difícil;
Dios, Yo Quiero Servirte
En mi enfermedad y en mi salud; y en cualquier estado en que me encuentre;
Dios, Yo Quiero Servirte
En mi tristeza y en mi alegría; y en cualquier estado de ánimo;
Dios, Yo Quiero Servirte

En mi dolor y en mi alivio; y en todo sentir de mi cuerpo;
Jesús, Yo Quiero Servirte
En mi hogar y en la Iglesia; y en todo lugar donde vaya;
Jesús, Yo Quiero Servirte
En mi familia y en mi prójimo; y en toda persona a mi alcance;
Jesús, Yo Quiero Servirte
En mi complicación y en mi sencillez; y en mi forma de ser;
Jesús, Yo Quiero Servirte

En cautiverio y en libertad; y en toda forma posible;
María, Yo Quiero Servirte
En mi pensamiento pasivo y en mi pensamiento activo; y en todo pensamiento;
María, Yo Quiero Servirte
En mi ocupación y en mi ocio; y en todo momento posible;
María, Yo Quiero Servirte
En el desierto y en el oasis de mi alma; y en toda situación espiritual;
María, Yo Quiero Servirte

En la vida terrenal, en mi muerte momentánea y en la vida eterna, María, búscame, y llévame a Jesús, para que por medio de Su amor, yo pueda serle fiel en mis actos; y a pesar de lo que viva, que ninguna situación humana me haga renunciar a Su Divinidad; Jesús, guíame a Tu Padre, Dios; para así permanecer con Ustedes en la infinidad de su amor, por siempre. Amén.

viernes, 8 de mayo de 2015

La Fe


El creer depende de la fe de la persona, todo puede ser posible o imposible entre la fe o la nulidad de ésta. La fe no se termina nunca pues viene de Dios, pero a pesar de eso muchos no la tienen en sí mismos, pues es fácil para ellos quedarse en la duda o confusión, quedándose simplemente en una atmósfera de acertijos y brazos cruzados aceptando o renunciando a la diferencia que hay entre la verdad y la mentira. Si sólo vemos una verdad física y nos convencemos, no estamos creyendo en nuestra propia vida, pues tenemos un cuerpo que vive y que podemos ver, pero también tenemos un alma que no vemos, pero que lo hace vivir. Si la fe depende de sólo poder ver, no se puede tener fe, pues el hecho de ver ya vuelve nula la fe de la persona. Tenemos la oportunidad de creer en cuerpo y en alma, y entre los dos formar un complemento de vida y fe, en la que la fe espiritual es incapaz de que termine, y a pesar de lo que veas o no veas eres capaz de continuar teniendo fe. Si lo limitado que es físico llegó a su fin, continúa con la continuidad de lo ilimitado del espíritu. Si no podemos creer en un hecho espiritual y real como la Eucaristía, en un milagro o en una Aparición de María, no podemos creer en Dios, pues todo esto y más se vuelve simple que creer en Dios mismo.