sábado, 28 de febrero de 2015

La perfección humana es posible en el espíritu; pues donde comienza el amor comienza la perfección. Sin amor no podemos amar, y no es posible dar, tampoco perdonar. Sin amor no podemos tener paz, ni regalarla a los demás, no podemos tener serenidad y tampoco enfrentar lo difícil de la vida, pero que con amor se vuelve llevadero. El amor no permite odiar, y no es egoísta, nos hace fuertes en el espíritu, aunque seamos débiles en el cuerpo, y no nos hace renunciar a pesar de la enfermedad que padecemos, pues nada es grande o demasiado comparado con el amor que viene de Dios.

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